Siempre sanos y sonrientes
Para muchos padres es todo un acontecimiento cuando sale el primer diente del bebé. Motivo de alegría porque revela el sano crecimiento de su retoño, pero también de desvelos pues muchos pequeñitos experimentan molestias que los llevan a llorar constantemente, la erupción de los dientes marca una nueva etapa en la vida y salud del infante.
Esto es también el inicio de una larga historia que pasará por la aparición de los dientes de leche, su posterior caída y el surgimiento de las piezas dentales definitivamente.
Un error – lamentablemente, bastante común- es creer que solo los dientes definitivos merecen ser cuidados y protegidos, mientras “los de leche”, por ser temporales, no requieren atención ni cuidados. Nada más lejos de la realidad. El cuidado de la dentadura debe empezar tempranamente ya que de ello dependerá en buena parte la salud oral en la adultez.
Los dientes de leche sirven al niño para masticar, cortar y triturar alimentos, pero sobre todo para guardar espacio para la erupción de los dientes permanentes. De ahí que sea necesario cuidarlos y conservarlos.
Y esa es precisamente la labor de la Odontopediatría, especialidad odontológica enfocada exclusivamente al tratamiento de niños, considerando no solo las características propias de la edad, sino también el especial cuidado que debe tener el profesional para interactuar con los pequeños pacientes, inspirándoles confianza e inculcándoles principios de prevención y cuidado de su dentadura de una manera grata.
La primera visita de un pequeño al odontólogo pediatra debe ser a los 12 meses de edad para que el especialista realice una evaluación y pueda detectar, por ejemplo, alguna malformación o alteración que pueda afectar más tarde el desarrollo dentofacial del pequeñín.
Asimismo, el profesional dará a los padres las pautas para el cuidado y la limpieza diaria de la dentadura del niño, la que debe ser realizada por ellos hasta que el menor pueda empezar a usar el cepillo, solo o con supervisión.
La higiene es la clave.
Cuando se trata de bebés en los que aún no han erupcionado los dientes, es suficiente realizar una limpieza de las encías con un trocito de gasa humedecida. Una vez que empiezan a surgir los dientes y hasta los dos años, los padres pueden empezar a cepillar los dientes del pequeño, empleando solo agua para la limpieza.
Es importante que los niños se familiaricen poco a poco con la técnica del cepillado y lo intenten, aunque sea la madre o el padre quienes hagan finalmente la limpieza dental.
Conforme pase el tiempo, se puede incorporar el uso de pasta dental e ir disminuyendo la participación de los padres en la limpieza dental, en tanto que el niño va adquiriendo mayor destreza y pueda realizar la higiene oral solo.
No hay que esperar a que surjan los dientes definitivos ni aparezcan las primeras caries para ocuparse de la salud dental infantil. Niños y bebés con dientes sanos podrán sonreír sin problema hasta una avanzada edad si empiezan hoy con una buena higiene oral. En nuestras manos –y en un correcto cepillado- está la clave del éxito.
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